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Juan Carlos I, el último Borbón - Amadeo Martínez.

Juan Carlos I, el último Borbón - Amadeo Martínez






Fecha: 2013-07-27

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Descripción: Ningún hecho político trascendente ha tenido lugar en este país, durante los últimos treinta años, que no fuera previamente autorizado o decidido por el rey Juan Carlos I. La defenestración de Arias Navarro, el nombramiento de Adolfo Suárez, las conversaciones con Santiago Carrillo, la legalización del PCE, la dimisión del primer presidente de la democracia, el 23-F, el Juicio de Campamento, los GAL, las misiones de las Fuerzas Armadas en el exterior, el apoyo logístico a la Primera Guerra del Golfo, los nombramientos de la mayoría de los ministros y de todos los de Defensa, las conversaciones con ETA... etc., etc., son quizá los más importantes, pero no los únicos, en los que el inefable inquilino de La Zarzuela ha intervenido directamente haciendo valer una autoridad y un poder personal que en absoluto contempla la Constitución.

Podríamos decir por lo tanto, sin exageración alguna, que el 22 de noviembre de 1975 una nueva dictadura más sutil, de rostro más amable, enmascarada en unas formas democráticas aceptables para Europa y la comunidad internacional pero quizá más perversa y engañosa por actuar en la clandestinidad de palacios y altos despachos, sucedió a la anterior del yugo y las flechas. Apoyada en el propio Ejército franquista (que actuaría a partir de entonces de sólido valladar ante las aspiraciones de los políticos verdaderamente demócratas), en los todopoderosos servicios de Inteligencia de las FAS (que transformarían al heredero de Franco en el hombre mejor informado del país) y también en el pánico cerval del pueblo español a tener que enfrentar una nueva guerra civil.

Esta dictadura en la sombra por parte del monarca español ha durado hasta nuestros días, si bien en los últimosaños (prácticamente desde la salida de la Casa Real del general Sabino Fernández Campo) ha decaído ostensiblemente, al compás del deterioro personal de su titular.

Esto ha sido así, históricamente, aunque muchos ciudadanos españoles no hayan sido capaces de percibirlo. No obstante, si a alguno de ellos (está en su derecho) le parecieran claramente exageradas o fuera de lugar mis afirmaciones, la lectura de este libro les sacará de dudas.

Descubrimientos
En este libro se nos muestra, con toda clase de datos, cómo la aficcion de <> a las furcias, con cargo a los fondos reservados y con el conocimiento y encubrimiento de los diferentes partidos políticos y gobiernos, nos ha costado, al menos con una de ellas, unos 3 millones de euros.

También descrubrimos cómo juan carlos I asesinó <> a su hermano de un disparo en la cabeza, siendo su rival para el momento de acceder al trono.También se nos comunica la <> y fulminante muerte de personas que pudieron disponer en un momento determinado de información relevante que le pudiera afectar e incluso de alguna amiguita problematica.

De cómo habiendo llegado al poder en estado de <>, ha empleado su cargo para enriquecerse en una cantidad que la revista Eurobusiness cifra en 1.790 millones de euros, unos 300.000 millones de pesetas, siendo la cuarta fortuna del país.

También se nos informa de que juan carlos I dispone de un ejército de lacayos, incluso entre los servicios secretos, encargados de proveerle entre otras cosas de información privilegiada para su enriquecimiento y apalancamiento en la jefatura del estado, de cómo le proveen de cualquier necesidad para su esparcimiento pueril y puerquil, de cómo ocultan la información que le deja en mal lugar y de cómo la gigantesca maquinaria de propaganda que son los medios de comunicación controlados por sus beneficiados amigos, le enaltecen diariamente desde hace décadas con cargo a la inteligencia, paciencia, buen gusto e incluso la salud mental de cada individuo del país.

Averiguamos que juan carlos I fue el máximo resposable del intento de golpe de estado del 23-F, con el objetivo de asentar a una monarquia que no tenia en ese momento el apoyo ciudadano, quitando a un presidente que era uno de sus fieles, pero que, posteriormente no quería dejarse mangonear, para poner a un grupo de fieles lacayos dirigidos por el general Armada. Al fracasar la intentona, aprovechó el momento para aparecer ante el pueblo como el que detuvo el golpe, salvador de la patria a costa de la inteligencia ajena y jugando en esta comedia con la tragedia de la guerra civil. No pudieron engañar nunca a algunos por mucho que lo intentasen, pero de los que todo lo quieren creer sin pensar ni preguntar ha habido siempre más y por eso los mejores han ido siempre a menos, por ser menos en numero y en medios y por no querer tener nada que ver con una población que, más que ciudadanos, han sido borregos de traer y llevar por gentes sin escrupulos, felices manipuladores de las masas.

Una joyita, en definitiva, de la misma catadura, según nos muestra la historia, que los anteriores borbones llegados de Francia, su país, y que no nos hemos podido perder aunque lo quisiéramos, no por la gracia de la democracia, sino de la imposición a dedo de la dictadura militar y del juego entre bambalinas con sus amigos y conocidos del mundo de la aristocracia, la política, los negocios, los medios de comunicación y la iglesia.

Siempre la mentira propicia, siempre mostrando el gesto que más les favorece, siempre a espaldas y a costa de (casi) todos los ciudadanos.

Le dice el papá al niño: quieres esto niño?
Poniéndoselo en la cara, y le repite: lo quieres? lo quieres? lo quieres? Y si el niño dice sí, eso tiene y si dice que no, el padre le responde: pues esto es lo que hay, porque no hay más que esto.

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